Madrid: BiciMAD, opiniones para todos

Desde la puesta en marcha del sistema de bici pública BiciMAD en Madrid a finales de junio, han ocurrido muchas cosas malas y muchas cosas buenas. La mejor, sin duda, es que se oye y se lee hablar de bicicletas urbanas en medios generalistas desde el punto de vista del transporte. Y eso es bueno. Aunque sea para quejarse y protestar.

No es que la bici pública sea nueva en España; en Sevilla o Barcelona funciona con normalidad, es decir, con éxito. En muchos otros sitios funciona de forma mediocre y en algunos ha cerrado (Alicante o Vitoria, por ejemplo). Como Madrid tiene cierta vocación de ombligo del país -por eso de que la mayoría de medios y grandes empresas tienen ahí su sede- cualquier cuestión local tiene más posibilidades de colarse en las noticias y hacer ruido.

Como tenemos sede en provincias, no nos atrevemos a decir nada del sistema, más allá de lo que podemos medir (como el coste para el Ayuntamiento). Hemos leído y visto de todo. Se lo vamos a intentar resumir para que se hagan ustedes una idea.

La puesta en marcha: un desastre

Hay unanimidad. La puesta en marcha del BiciMAD ha sido caótica. Partiendo de un retraso de varias semanas sobre la fecha prevista, lo que supuso que algunas bases fueran vandalizadas antes de empezar a funcionar, cuando finalmente arrancó lo hizo regular tirando a mal. Hemos visto casi de todo: tótems sin conexión a las bases de datos, servidores web caídos, aplicaciones para móvil sin ninguna seguridad, porno en las pantallas… Y lo peor, bicis inmovilizadas en las bases porque muy poca gente tenía tarjeta de usuario, y quien sí la tenía no la lograba hacer funcionar. 

Al menos parece que son problemas de juventud y que poco a poco el sistema alcanzará la estabilidad en su funcionamiento. Si es así, estos males se olvidarán pronto.

La adjudicación ha sido polémica

Al proceso de adjudicación (del que hablan largo y tendido en Ecomovilidad en una serie de Joan Valls), que resultaba extraño al incluir también el servicio de vallas de la villa, solo acudieron dos competidores, una UTE (Rubatec y Marfina) y la navarra Bonopark. La oferta de la UTE fue rechazada por baja temeraria y el concurso se lo llevó Bonopark.

Las condiciones en que se declaró la baja temeraria parecen particulares: si no me equivoco, era temeraria toda oferta un 15% inferior a la media de las presentadas. Y como se presentaron solo dos, esto suena a premio a las más caras más que a rechazo las temerarias. De nuevo en Ecomovilidad lo explican mejor que nosotros.

Por otra parte, la asociación de fabricantes y marcas AMBE ha denunciado el concurso ante la Comisión Nacional de Mercados y Competencia. Los requisitos de solvencia técnica exigidos (que Bonopark, según AMBE, no cumple por sí sola) pedían experiencia previa con sistemas de más de 2.000 bicicletas instaladas. En España, el Sevici en Sevilla (gestionado por JC Decaux) tiene unas 3.200 bicis en marcha y el Bicing de Barcelona unas 6.000 (gestionado por Clear Channel). Ninguna de estas dos empresas acudió al concurso. Y según AMBE, alguna de sus asociadas que consideraba acudir no lo hizo por no cumplirlos.

El Ayuntamiento, según AMBE, afirma que Bonopark está asociada técnicamente a Alta Bike Share, que gestiona indirectamente el Citi Bike de Nueva York. El Ayuntamiento de Madrid justifica, según AMBE, la solvencia técnica de Bonopark por la «integración de la solvencia por medios externos». Esto es, si lo hemos entendido bien, que para acreditar la solvencia técnica bastaba con recurrir de algún modo a una empresa que cumpliera los requisitos de experiencia. Ahora bien, siempre según AMBE, la relación entre Bonopark y Alta no está suficientemente acreditada.

AMBE señala que algunas de sus empresas se abstuvieron de acudir por no cumplir los requisitos de solvencia técnica. De haber acudido, quizá el resultado del concurso hubiera sido otro. Cuando sepamos en qué queda la denuncia, lo contaremos.

Será bueno para la movilidad en Madrid, pero no se sabe cuánto

En líneas generales, y dolores de crecimiento aparte, las opiniones técnicas sobre el servicio están siendo razonablemente positivas. Se critican repetidamente algunos factores impuestos desde el Ayuntamiento, como el coste desde el primer minuto o el reducido ámbito de la actuación (que ni siquiera cubre todo el centro de Madrid). Otros opinan que no era necesario que las bicis fueran eléctricas o que el coste inicial puede estar bien para no disuadir a la gente de caminar. Y también hay protestas por la ubicación de las bases, que en varios casos invade las aceras e incluso el centro de plazas.

Pero parece haber consenso en que todo este ruido será bueno al menos para repensar la movilidad privada en Madrid. No está tan claro que vaya a tener éxito, y ni siquiera está clara la definición de éxito en este caso, porque hay tantas cosas nuevas que nadie tiene del todo claro a qué atenerse.

Y las bicis en sí parece que son cómodas y relativamente resistentes. No son irrompibles: ya hay quien ha denunciado bicicletas troceadas y abandonadas.

Esto es todo lo que nos atrevemos a contar desde las remotas provincias. Cuando probemos el sistema, si llegamos a hacerlo, quizá tengamos más que decir.