Volvemos a mirar a Francia, ese país que admite giros ciclistas a la derecha en sus ciudades y que ha decidido autorizar pago de desplazamientos a los trabajadores que acudan en bicicleta a sus puestos, porque lanzan otra buena idea. Al menos sobre el papel.
En noviembre de 2012 comenzó en Estrasburgo un periodo de prueba de multas a precio reducido para ciclistas, otro ejemplo de adaptación de la normativa a las particularidades de este vehículo. Lo cuentan en Rue89 Strasbourg, donde también explican si funcionan o no. (Spoiler: parece que sí funcionan, pero no son el único factor con influencia).
En lugar de los 90 € que pagan otros conductores, las multas reducidas a ciclistas tienen un coste de 45,60 € y se aplican a varias infracciones del Code de la route francés (su ley de tráfico):
En Estrasburgo achacan a los nuevos precios un aumento en el número de multas impuestas, una reducción en la cantidad de accidentes con ciclistas, de 108 en 2012 a solo 67 en 2013, y sobre todo una caída del 18% en la cantidad de accidentes en que los ciclistas son responsables, según citan en Libération. O al menos eso dicen la policía municipal y el Consejo Nacional francés de Seguridad Vial (CNSR), que ha recomendado extender el programa al resto del país. Faltan por valorar cuestiones jurídicas para que la medida se pueda adoptar, según Le Monde.
Las asociaciones ciclistas le quitan importancia, puesto que también se han abierto nuevas vías ciclistas y es difícil restringir las causas de la siniestralidad a una única intervención.
El fundamento teórico de esta reducción es doble. Por un lado, las consecuencias de un accidente provocado por un ciclista serán habitualmente menores que las que cause un conductor de vehículo a motor, en razón a la velocidad y el peso que alcanzan estos tipos de vehículos, y por proporcionalidad tiene sentido que los importes de sus multas sean menores.
Por otro, se trata de una cuestión de psicología. Si los importes de las multas son muy elevados, podría tratarse de un caso de legislación simbólica, que quede sin aplicar en la realidad: los policías -que al final también son personas- podrían preferir hacer la vista gorda y no poner multas a ciclistas. Igual que en el caso de las multas retornables de Cambridge por no llevar luces, si los agentes pueden imponerlas sin que les acusen de «afán recaudatorio», es más probable que las pongan. Y si los ciclistas saben que a los policías no les tiembla la mano a la hora de multar, pondrán más cuidado en respetar las normas.
Algo de verdad debe haber en esto de que la policía francesa, de momento, no pone multas: en noviembre, el gratuito francés 20 Minutes publicaba una encuesta en que el 88% de los ciclistas declaraban haber cometido alguna infracción, y un 44% afirmaba no tener miedo a recibir multas en bicicleta. La encuesta la encargó la aseguradora MMA. Algún jurista francés afirma que la bajada de las multas puede funcionar si, efectivamente, eso hace que se pongan más.
Con multas reducidas o sin ellas, nos parece que sigue siendo necesaria la divulgación: si muchos ciclistas no conocen las normas en España, difícilmente vamos a ver soluciones poniéndoles multas. Además, la misma encuesta de MMA señala que solo el 25% de los franceses usa luces en sus bicicletas y no hemos encontrado que las multas vayan a aplicarse también a este concepto. ¿Quizá pudieran añadirlo a la propuesta? 😉
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