Francia cuenta con una de las redes de carreteras más extensas del mundo. Con 28.000 km de carreteras regionales, y miles de kilómetros adicionales de caminos y carreteras rurales, la red francesa es especialmente densa en las carreteras de tercer orden: más estrechas, son las que suelen llevar menos tráfico, y son aptas para practicar ciclismo deportivo, o para desplazarse tranquilamente de un pueblo a otro.
La ciudad de Toronto ha evaluado en varias ocasiones la posibilidad de establecer un sistema de matriculación o carnés de bicicletas, pero siempre lo ha acabado rechazando. En este texto, traducido de su página web, cuentan la historia de este proceso y los motivos por los que las matrículas para bicicletas no salen a cuenta. (C) City of Toronto, todos los derechos reservados.
En inglés, el término ‘licensing’ puede traducirse tanto como licencia del vehículo (lo que aquí llamaríamos permiso de circulación, o matrícula) como permiso de conducción. El término ‘bicycle licensing’ se refiere habitualmente a la matriculación o registro de la bicicleta, pero también puede referirse a obtener un carné o permiso para su manejo. El texto conserva el término ‘licencia’ para evitar confusiones, dado que puede referirse a las dos posibilidades.
Por otra parte, recordemos que en la mayor parte del mundo, a diferencia de en España, no es obligatorio tener un carné de identidad. En España, su tenencia es obligatoria; y aunque no es obligatorio llevarlo siempre, en caso de que un agente lo requiera habremos de mostrarlo o ir a comisaría para identificarnos, por lo que muchas personas lo llevan siempre encima.
Licencias para bicicletas
La ciudad de Toronto ha examinado la idea de las licencias para bicicletas (matrículas, registro obligatorio o necesidad de obtener un carné) en múltiples ocasiones, en respuesta a precupaciones por la seguridad de los peatones, robo de bicis y cumplimiento con la ley.
Las licencias para bicicletas no se han adoptado como solución para estos problemas. Los estudios preguntaban: ¿cuál es el propósito de las licencias? Si la meta es incrementar el cumplimiento de las leyes por los ciclistas, y reducir el número de conflictos con peatones y otros usuarios de la vía, el enfoque de imponer licencias o matrículas debe compararse con otras posibles iniciativas.
¿Merece la pena crear la enorme burocracia que necesitarían las licencias? Los estudios han concluido que no.
Historia de las licencias de bicicleta en Toronto
El 20 de mayo de 1935, la ciudad de Toronto aprobó una norma para otorgar licencias a los residentes que fueran propietarios o usuarios de bicicletas en las vías de la ciudad.
El proceso de licencia era bastante complicado. Los ciclistas tenían que solicitar una licencia en el Ayuntamiento. Luego, el ciclista debía acudir a una comisaría de policía, y un agente inspeccionaba la bicicleta y rellenaba unos formularios. Los formularios volvían al Ayuntamiento y se otorgaba una licencia. Después, los ciclistas tenían que entregar una copia de la licencia al mismo agente policial que había inspeccionado la bicicleta, se emitía una placa de matrícula para ese año y se fijaba en el guardabarros de la bicicleta.
Cada vez que el ciclista se mudaba o transfería la propiedad de la bicicleta, había que repetir el proceso. El coste de la licencia anual era de 50 centavos y la multa por no tener licencia era de 5 dólares canadienses.
El 4 de febrero de 1957, el pleno local derogó la norma de licencias para bicicletas. Por aquel entonces, hubo comunicaciones de la Canada Cycle and Motor Company Limited (un fabricante de bicicletas) que sugerían que la ciudad de Toronto encomendara la administración de las licencias al Bicycle Guild Incorporated.
La Ciudad optó por dejar de emitir licencias para bicicletas, destacando entre otros factores que «habitualmente resulta en incumplimientos de la ley por desconocimiento a edades muy tempranas; también causan mala imagen de los agentes de policía entre los niños». Nathan Philips era alcalde de Toronto en aquel momento y suya es la firma en la derogación de la ley.
La Ciudad de Toronto ha investigado las licencias para ciclistas en al menos tres ocasiones recientes:
1984: con enfoque en el robo de bicis
1992: enfoque en la circulación por aceras, cumplimiento de las leyes de tráfico y mensajeros
1996: enfoque en la circulación por aceras, cumplimiento de las leyes de tráfico y mensajeros
En los años 90, las licencias se discutieron en respuesta a preocupaciones por la seguridad peatonal en las aceras, donde los incidentes de colisiones, sustos y falta de cortesía han causado que muchos peatones, incluyendo personas de mayor edad, se sientan inseguros.
En cada ocasión, la Ciudad ha rechazado las licencias como solución a estos problemas. Las principales razones para rechazarlas son:
La dificultad de mantener una base de datos completa y actualizada
La dificultad de dar licencias a los niños, que también usan bicicletas
Las licencias, por sí mismas, no cambian el comportamiento de los ciclistas que no cumplen las leyes de tráfico
Dos noticias breves, que últimamente tenemos mucho lío. Va de jornadas técnicas para organismos municipales esta primavera.
La Diputación Foral de Guipúzcoa convoca el 26 de febrero de 2016 unas jornadas de experiencias municipales a favor de la bicicleta, centradas principalmente en esta provincia vasca. Se celebrarán en el Palacio de la Diputación Foral en San Sebastián, y para inscribirse hay que escribirles un mail antes del 19 de febrero. En ellas se presentará una guía municipal de la bicicleta desarrollada por la Diputación con la colaboración de Gea21. No sabemos si admiten asistentes de otras provincias, pero todo es cuestión de preguntar.
Por otra parte, la Red de Ciudades por la Bicicleta convoca sus jornadas técnicas 2016, a celebrarse en Madrid el 10 de marzo de 2016. La jornada se centra en el encaje de la bicicleta en los Planes de Movilidad Urbana que muchos municipios están desarrollando. Este es el programa:
9:30 – 9:45 – Presentación de la Jornada por parte de la Directora General de Políticas Locales de la FEMP – Eli Fernández
9:45-10:15 – Qué es un Plan de Movilidad Urbana – Silvia Casorran (AMB)
10:15 – 11:00 – Cómo fomentar el uso de la bicicleta desde el Plan de Movilidad Urbana – Representante de Movilidad del Ayuntamiento de Barcelona.
11:00 – 11:30 – Debate entre los participantes
12:00 – 12:45 – Cómo tratar la circulación de bicicletas en las Ordenanzas municipales – Esther Anaya (experta, Imperial College Londres)
12:45 – 13:15 – Debate entre los participantes
13:15 – 13: 30 – Clausura de la Jornada por parte del Presidente de la RCxB, Antoni Poveda
En la eterna discusión sobre si hacer carriles bici o node la que empezamos a hablar en agosto, muchos usuarios avanzados esgrimen como argumento que «no los necesitan». Se desprecia la percepción del riesgo de quien considera necesario un carril bici y se exige que la gente aprenda a usar la calzada, como tuvieron que hacer ellos.
Los usuarios potenciales
Potenciar el ciclismo urbano pasa necesariamente por incorporar a colectivos no usuarios al mismo. La estadística indica que entre los ciclistas urbanos hay muchos hombres, de entre 30 y 40 años, con estudios universitarios. Pero hay menos mujeres, niños y mayores en bici por la ciudad. Si aparentemente las condiciones son buenas en calzada, el riesgo es bajo y la gente tiene la voluntad, ¿por qué no aumenta el número de ciclistas en el reparto modal?
Es conveniente pensar en la gente que no usa la bici en ciudad. ¿Por qué no lo hace? ¿Es siempre por distancia? ¿O hay otros motivos que le están impidiendo dar el paso? Es una pregunta que se ha realizado en muchos estudios.
El riesgo real y el riesgo percibido
Parte de la respuesta está en la diferencia entre el riesgo real y el riesgo percibido. Empezaremos con definiciones:
Riesgo real es la valoración mediante instrumentos estadísticos del daño potencial de una actividad y la probabilidad de sufrirlo. Es un dato objetivo.
Riesgo percibido es la valoración que hace el individuo de una actividad. Puede estar basada en multitud de parámetros, “como el grado de voluntariedad en la exposición, el potencial catastrófico, el conocimiento o la controlabilidad”[1]. Es un dato subjetivo.
Esta manera de clasificar los riesgos es puramente formal, ya que la supuesta objetividad también depende de juicios de valor realizados por un experto[2] y por tanto tiene parte de subjetividad. En cualquier caso, el riesgo percibido es en el que nos basamos todos a la hora de tomar decisiones, ya sea de movilidad, de salud o de economía.
El riesgo percibido no está siempre por encima del riesgo real, ni mucho menos. Tampoco, tal y como tomamos decisiones, conocer el riesgo real ajusta de manera automática el percibido.
Uno de los ejemplos más claros es el del miedo al avión. Estadísticamente, está claro que el avión comercial es el medio de transporte más seguro, mientras que en coche privado la probabilidad de sufrir un accidente es varios órdenes de magnitud mayor. En Estados Unidos, por ejemplo, es 75 veces más probable morir en accidente de coche que en accidente de avión,según el National Security Council. Pero montar en coche es un acto casi diario y subir a un avión es una experiencia relativamente rara, así que en general subestimamos el riesgo de ir en coche y exageramos el del avión.
Constantemente tomamos decisiones basándonos en parámetros subjetivos, también cuando optamos por ir a trabajar en coche, en metro o en bici. Evaluamos comodidad, rapidez, economía y, claro, también el riesgo, pero el percibido. Ni siquiera el tiempo de viaje, que parece un parámetro perfectamente medible, es un dato que evaluemos correctamente; muchos estudios han demostrado que estimamos a la baja el tiempo de aparcamiento, por ejemplo.
Este mes viene cargado de cosas que hacer en Madrid. Tenemos semana de la movilidad, un festival, una feria de bicis y un taller europeo. Si algo falta, comentad o mandadlo por el formulario de contacto y lo añadimos.
Calendario
Del 16 al 22 de septiembre: Semana europea de la Movilidad
Del 16 al 22 se celebra la Semana europea de la movilidad,que se centra en la intermodalidad,según recomienda la organización. En lugar de usar el coche sin pensar, los usuarios pueden elegir el modo de transporte más sensato y combinarlo con otros. Ir en bici hasta la parada de tren o metro, dejar la bici candada en la estación y caminar el último tramo hasta el destino, por ejemplo. Y las instituciones pueden facilitar este tipo de comportamientos, que sirve para aliviar tráfico y mejorar la salud poblacional.
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