Es un error habitual pensar que el coche es el medio de transporte más rápido porque alcanza grandes velocidades. Es cierto que si voy por una autovía vacía, puedo conducir a 120 km/h o incluso más, si elijo ignorar la ley.
Pero en ciudad, precisamente porque mucha gente opta por usar el coche, las vías se colapsan, los semáforos, pasos de peatones y preferencias de paso nos hacen detenernos, y la velocidad media del coche no es competitiva con la de otros medios de transporte. Y es menos competitiva cuanta más gente coja el coche a la vez: en hora punta, con las vías colapsadas, los atascos pueden durar horas.
Todo esto lo explica mucho mejor Màrius Navazo en el manifiesto en defensa del coche. Si queremos que sea un vehículo útil en ciudad, la única salida es restringir su uso.
Además de que la velocidad en desplazamientos es lenta, el coche hay que aparcarlo. Y eso cuesta tiempo y dinero, al menos en las ciudades civilizadas donde el aparcamiento en superficie no es gratuito.
La Comisión Europea insiste en varios informes en un hecho poco conocido: en trayectos urbanos de menos de 5 kilómetros, la bicicleta es más rápida que el coche si sumamos el tiempo de aparcamiento. Repetimos: la Comisión Europea, no mi cuñado.
Con todo esto, aunque la bici tiene muchas ventajas a largo plazo, porque mejora la salud del usuario, no contamina, etcétera, la ventaja primordial para su uso en ciudad es el ahorro de tiempo. ¿No se lo creen? Pruébenlo.