Colaboración: la vida desde el sillín de una bici urbana

Ya sabéis que en España se vende mucha bici de montaña, pero poca de paseo/ciudad. En este blog creemos que, aunque la mejor bici es la que ya tienes, llevar una buena bici, cómoda y adecuada a la ciudad, es fundamental para disfrutar de nuestros trayectos. 

Chris y Melissa Bruntlett, que tienen dos hijos y viven en Vancouver, opinan lo mismo. En 2010 decidieron vender el coche y contar cómo puede vivir una familia canadiense sin este artefacto «indispensable». Porque al parecer, se puede 😉

Este artículo de Melissa Bruntlett se publicó originalmente en Momentum Mag. Melissa nos cuenta su paso de una bici de montaña a una de paseo: ya no tiene dolores de espalda, va más cómoda y segura y disfruta mucho más sus viajes.


La vida desde el sillín de una bici urbana

Por Melissa Bruntlett

Melissa Bruntlett con su bici Papillionaire. Foto de Chris Bruntlett, derechos reservados.
Melissa Bruntlett con su bici Papillionaire. Foto de Chris Bruntlett, derechos reservados.

Hace más de dos años que circulo en una bicicleta de paseo, de barra baja, también llamada bici urbana u holandesa, y estoy muy contenta. Antes usaba una bici de montaña bastante pesada, con su dotación completa: 21 marchas, amortiguación y un manillar totalmente recto. Era una buena bici y me hacía la labor, pero después de años inclinada hacia delante y maltratándome las muñecas, hombros y espalda, montar en esa bici era cada vez menos agradable. Cuando empecé a ver fotos de ciclistas que montaban con la espalda bien recta en bicicletas elegantísimas en los blogs de Cycle Chic, me decidí a cambiar.

Vivo en una zona donde al menos tres cuartas partes de los ciclistas van en bicis de carretera, híbridas o en bici de montaña, así que en mi bici urbana suelo destacar. Y todavía más cuando voy con la familia, pedaleando con mi marido y mi hija, que también llevan bicis de paseo. Pero no me siento excluida: siento que estoy guardando un gran secreto que a la mayoría de la gente aún no se le ha revelado. ¿El secreto? Que circular en una bici de paseo es una experiencia espectacular.

Me pasa casi cada día: estoy con la bici por ahí y alguien, un amigo o un desconocido total, me dice que le ha gustado mi bici, sobre todo por su belleza. Me gusta que me digan estas cosas, pero no puedo evitar preguntarme por qué no hay más gente que prefiera usar bicis como la mía. Con todos los elogios que recibo, podría esperar que hubiera cada vez más gente por ahí en bicis de paseo. Pero soy una de las pocas que prefiere ir con la espalda recta. Quizás es falta de educación sobre lo que puede ofrecer una bici urbana. Así que allá voy: quiero compartir con vosotros el placer de montar en una bici de ciudad, y contar por qué puede ser perfecta para ti.

Les tenía cariño desde antes, pero ahora que soy la feliz propietaria de una Papillonaire Sommer roja, nueva y brillante, me gustan aún más las bicis urbanas. Tiene un cuadro de acero muy duradero, barra baja y una postura muy cómoda que me deja la espalda recta. Aunque pesa 14 Kg y tiene solo 3 marchas, es muy fácil de llevar, incluso cuando hay cuestas. La Papillionaire trae de origen esos detalles prácticos que vienen en las bicis de ciudad, o que deberían venir: guardabarros, cubrecadena y transportín trasero del mismo color que el cuadro. Así me libro de mancharme de grasa y barro, y puedo llevar la compra o lo que necesite cuando estoy de recados. Un detalle extra que me ha sorprendido gratamente es el sillín, de cuero, muy elegante. Al principio pensaba que iba a ser demasiado pequeño y fino para mi gusto, pero lo encuentro sorprendentemente cómodo y le va muy bien a la línea clásica de mi preciosa bici.

Este tipo de bicis clásicas tiene muchas ventajas, además de que te digan que pareces “escapada de una foto” al pasar (sí, eso me ha pasado). Principalmente, he notado que es menos exigente con mi cuerpo. Como os contaba antes, montar con la espalda inclinada hacia delante en mi bici de montaña me pasaba factura en la espalda, hombros y muñecas, porque el peso de mi cuerpo se echaba hacia el manillar. Tan pronto como empecé a llevar la espalda recta, desaparecieron mis dolores de muñecas y de espalda, y me di cuenta de que podía hacer recorridos mucho más largos. Lo que me podría seguir molestando es el trasero, si me paso horas sentada en el sillín. En lugar de ser una pequeña molestia diaria, ahora me encanta pasar el día entero en la bici, para hacer recados o para dar un paseo de placer.

Además de quitarme dolores, en la bici de ciudad me siento increíblemente segura. Como por la naturaleza de esta bici te sientas con la espalda recta, veo todo lo que pasa a mi alrededor sin tener que girar la cabeza para vigilar puntos ciegos, los coches o bicis que me quieran adelantar, o el tráfico que pueda venir en los cruces. No solo yo veo mejor; como llevo la cabeza alta, los conductores también me ven a mí con más facilidad. Al no ir inclinada hacia delante, los coches aparcados ya no me tapan en los cruces, y es muy reconfortante saber que soy mucho más visible para la gente con quien comparto la calzada. Además de ser más visible, la tendencia natural en una bici de paseo es circular a un ritmo algo más lento. Entre la postura corporal, los materiales y el peso de la bici, y que no suelen tener más de 7 marchas, no es probable que eche una carrera del punto A al B. Esto significa que tengo tiempo para ver el tráfico a mi alrededor y reaccionar rápido ante el comportamiento errático e impredecible de los conductores, compañeros ciclistas y peatones.

Más allá de todas las razones prácticas para elegir una bici de ciudad, hay una verdaderamente importante. Tengo esta bici porque cuando salgo a dar una vuelta, quiero experimentar por completo el mundo que me rodea. Quiero ver todo lo que pueda, y eso no es fácil cuando vas inclinada hacia delante. He disfrutado paseos improvisados con mi marido y nuestros hijos, y las vistas que me he encontrado me han hecho apreciar mucho más esos días. Desde el magnífico horizonte de la ciudad, visto a través de la niebla, a las aguas tranquilas del puerto deportivo, me quedo totalmente sobrecogida por la belleza que me encuentro al pasar. Me alegra el día que los desconocidos me sonrían, me miren a los ojos, y me saluden cuando me los cruzo. Mientras voy en mi bici urbana, me siento en conexión con la gente y los lugares que me cruzo, y me daría mucha rabia perderme esos momentos por ir inclinada en una bici, centrada únicamente en el camino que tengo por delante.

Después de todo, la mejor bicicleta para ti es la que te hace feliz y te deja con ganas de volver a darte una vuelta. Espero haberte ayudado a entender por qué las bicis urbanas no son solo para aparentar, y quizá una urbana sea la bici que has estado buscando todo este tiempo. Aunque la bicicleta, tan sencilla, ha evolucionado mucho para responder a las necesidades del ciclista de carretera o de montaña, podemos decir algo a favor del diseño de la bicicleta de ciudad, que pervive casi sin cambios desde el principio del siglo XX. Es un diseño pensado para el transporte, no solo el uso recreativo, y para viajar de forma civilizada, hasta llevando tu mejor ropa de domingo. Personalmente estoy muy contenta de ver el renacimiento de la bici de ciudad, y te invito a acompañarme en mis viajes a paso lento, disfrutando de lo que me rodea y de la gente que me encuentro en el camino.


Podéis leer más artículos de Melissa y Chris en su blog familiar, en el blog de su consultoría Modacity o consultar lo que escriben en otros medios.