Una bici para un apocalipsis zombie: VSF Fahrradmanufaktur T-Belt

No hemos hablado nunca en este blog de un vehículo ligero, que la inmensa mayoría de la población tiene a mano, que no necesita suministro energético y que puede entrar casi por cualquier sitio en caso de emergencia.

Bueno, es broma, sí lo hemos hecho, pero nunca desde el punto de vista de la gestión de emergencias.

No somos los primeros en decir esto: las bicicletas y otros chismes de «micromovilidad», como los patinetes, son un vehículo con un enorme potencial en caso de catástrofe y durante el proceso de recuperación. Y eso está estudiado.

Las bicicletas y otras formas de micromovilidad se han utilizado anecdóticamente en catástrofes pasadas para ayudar a salvar vidas y mejorar la recuperación de la comunidad. Sin embargo, la investigación y la práctica sobre esta estrategia de transporte resiliente son escasas, lo que limita su utilidad y sus posibles beneficios. Para llenar este vacío, nuestro artículo investiga el papel potencial de las bicicletas y la micromovilidad a la hora de facilitar (o limitar) la respuesta y la recuperación tras una catástrofe. Dada la falta de estudios sobre el tema, convocamos un taller en línea en el que llevamos a cabo una tormenta de ideas y debates en grupos de discusión con expertos en catástrofes de diversas agencias gubernamentales, organizaciones sin ánimo de lucro, el mundo académico y grupos políticos. Presentamos una síntesis de ese debate, junto con una revisión de la bibliografía existente. Llegamos a la conclusión de que existe un gran potencial para las bicicletas y la micromovilidad en diferentes fases de catástrofe, tipos de peligro y grupos de personas. Sin embargo, existen múltiples barreras relacionadas con la implementación y la seguridad, lo que sugiere la necesidad de futuras investigaciones y políticas en los campos y prácticas del transporte y la gestión de emergencias.

Transport Policy, volume 149, April 2024, pages 259-263: Bicycles and micromobility for disaster response and recovery

¿Qué bici es la mejor para moverse tras una emergencia, si has perdido el coche, si no funciona el metro, el cercanías o el autobús? Pues la que tengas a mano. Como siempre.

También es buena idea reclamar servicios sustitutivos de autobús, o facilitar que se comparta el coche, o reducir la demanda de trayectos con soluciones de gestión de la demanda del transporte (teletrabajo para quien pueda, acogida extendida en las escuelas…). Pero las bicicletas pueden ser, y son, un apoyo significativo en estas situaciones.

Probablemente sea buena idea una bici resistente, con cubiertas anchas o incluso con tacos por si hay barro o las carreteras no están disponibles, que no necesite batería (las eléctricas, aunque son fáciles de cargar, tienen la autonomía limitada).

¿Y si pudieras elegir? A nosotros nos gusta esta VSF Fahrradmanufaktur T-Belt, por varias razones.

Esta unidad del fabricante alemán, comprada originalmente en 2011 (tenemos la factura de una tienda de Bonn, en Alemania), tiene el cuadro de acero, que es resistente y fácil de arreglar si algo se dobla o se rompe. Soldar acero es relativamente sencillo; soldar aluminio requiere electrodos y conocimientos específicos que no siempre se tienen a mano.

Como es costumbre en esta casa, cuenta con cambio interno Shimano Alfine 8 (ya sabéis que los desviadores tienen sus pegas) y con dinamo e iluminación integradas, por lo que no necesita suministro eléctrico de ningún tipo. En este caso particular, la luz delantera y trasera son de Busch & Müller (IQ-X y Toplight Brake Plus, con función de aviso de frenado integrada).

Al estar equipada con un rectificador con toma USB Cycle2Charge, que permite cargar un dispositivo USB mientras pedaleas, esta bici puede salvarte el culo en caso de falta de suministro eléctrico. No da mucha potencia (según la dinamo y la velocidad a la que circules, entre 1,2 y 6 W), pero es mucho mejor que nada. Y en una situación de emergencia, puede que no tengas nada de nada. Si puedes escoger, mejor usar una dinamo SIN protección de sobretensión; las luces LED que se usan ahora ya no las necesitan, y normalmente esta protección para las bombillas ya no es necesaria y las dinamos modernas no la traen.

También lleva un portabultos trasero de la marca Pletscher (una empresa suiza de precios caros pero que cuida mucho la calidad), y una cesta de plástico de Thule, que tampoco es barata, pero sí amplia, resistente y duradera. También se puede quitar y ponerle unas alforjas, por supuesto.

Y además cuenta con transmisión por correa. Era su argumento principal de venta allá por 2010, cuando fue de las primeras bicis con correa, fabricada por el especialista industrial Gates, y por eso el modelo se llama T-Belt.

Esto puede tener sus pegas en caso de fin definitivo de la civilización, porque las correas requieren una tecnología muy fina para su fabricación, de modo que podrían plantearse problemas de disponibilidad, mientras que las cadenas podrían fabricarse de manera más o menos artesanal. Pero creo que a corto o medio plazo, al ser más duraderas que las cadenas, probablemente sea una ventaja para la respuesta inmediata ante una emergencia. Una cadena no necesita lubricación, solo una limpieza con agua. Es cierto también que las correas se llevan regular con el exceso de barro o polvo (que puede ser abrasivo y deteriorarlas más rápido de lo normal), lo que limitaría su duración a medio o largo plazo. Pero son autolimpiantes, así que para una respuesta inmediata, harán su tarea con fiabilidad.

Una cosa que no me gusta mucho son los frenos, unos Magura HS-11 hidráulicos que frenan por fricción contra la llanta. Esto significa que las zapatas y las llantas se desgastan con el frenado y llegará un día en que haya que sustituirlas, antes las zapatas que las llantas. Pero las llantas un día también caerán.

¿Es barata? Pues no. En 2011, costó 1.320 € incluyendo el IVA alemán, y el modelo equivalente de VSF sale hoy (2024) por unos 3.600-5.000 € según los accesorios que quieras ponerle.

Pero como otras bicis de esta serie, si la cuidas adecuadamente, esta bici te podrá sobrevivir, y apenas necesita mantenimiento. Según tus prioridades, te puede salir a cuenta. Sobre todo si necesitas un vehículo indestructible.

Una bici típicamente holandesa (opafiets): Gazelle Primeur

Hoy os traigo una bici que me encanta y es una de mis favoritas para uso urbano. Es una Gazelle Primeur de 1993, con cambio interno Sturmey Archer de tres velocidades.

Los holandeses les llaman «omafietsen» (singular, «omafiets») a este tipo de bicis cuando llevan cuadro «de mujer» (realmente, de barra baja), y «opafietsen» (singular, «opafiets»), cuando son «de hombre» (realmente, de barra alta). Es decir: bicis de abuela, o de abuelo. Hace ya unos años, Melissa Bruntlett nos contaba cuatro cositas sobre este tipo de bicis en esta misma web. A mí personalmente me resultan más cómodas las de barra baja sea cual sea tu género, porque levantar tanto la pierna cuesta igual aunque no prefieras no llevar falda, pero es cierto también que los cuadros de barra alta tienen alguna ventaja en rigidez y durabilidad. Por abundar en el tema, en Japón también llaman «mamachari» («bici de mamá») a este tipo de bicis con barra baja, utilitarias, para llevar a la prole, la compra, lo que haga falta.

El cambio solo es de tres velocidades, que en mi ciudad hace la labor, pero si vives en un sitio con muchas cuestas quizá se quede corto. Los desarrollos, pensados para la planicie de los Países Bajos, son larguísimos y permiten ir bien ligeros, a costa de que las cuestas cuesten.

El cuadro es de acero, nada de materiales exóticos. A veces se oxida, pero es muy resistente y fácil de reparar si llega el caso. O simplemente dejar que se vaya pudriendo, que total, el acero se toma su tiempo en autodestruirse. O eso parece.

Como es norma en esta casa, lleva los pertinentes guardabarros, la cadena totalmente cerrada dentro de un protector, su dinamo, luces y reflectantes delanteros y traseros.

De origen trae además un inflador y un candado de cuadro de la marca Axa, muy práctico para paradas cortas.

Pero lo que más me gusta de esta unidad, que como veis trae casi todo de origen, son los pequeños detalles. Las tuercas y detalles de fondo rojo con el logo del fabricante, el sillín y las empuñaduras personalizados, las calcomanías y decoraciones.

Los frenos son más o menos convencionales: frenos de tambor (a veces llamados de rodillo) de marca propia, si bien creo que la fabricación realmente la hacía también Sturmey Archer, igual que el cambio. Salvo catástrofe térmica o nuclear, probablemente los frenos me sobrevivan sin tener que hacerles casi nada, quizá algún ajuste de tensión. Aunque internamente los materiales que friccionan y permiten frenar sufren desgaste, normalmente no es necesario cambiar nada, al menos en un plazo de vida útil razonable de, vamos a poner, 30 o 40 años. Quizá mis nietos o bisnietos, si es que la bici sigue por ahí, tengan que cambiarles algo.

Aunque conservo las lámparas originales, para usar esta bici las voy a cambiar por otras más modernas con LED (que brillan y duran un poco más) y en el caso de la luz trasera, una con condensador o función de luz de posición, muy útil porque te hace visible incluso en parado. Las antiguas (de bombilla) funcionan también, pero las bombillas no lucen tanto y a veces se funden. Los LEDs, en sí mismos, no suelen fallar; lo que suele dar guerra es alguna otra cosa en el resto de la lámpara (las fijaciones, soldaduras…) Aquí os pongo las originales, que fotos de luces nuevas se pueden encontrar en muchos sitios.

Las ruedas, en este modelo de talla 57, son de 28″ y aún conserva una cubierta de origen Gazelle Impala Sport (que hay que cambiar, lo sé). Por lo demás, con hincharlas de vez en cuando, suficiente. Como las llantas no tienen que rozar con las zapatas para frenar, son de acero inoxidable brillante y llevan una especie de moleteado muy elegante.

Sé que es de 1993 porque escribí al servicio de atención al cliente de Gazelle con el número de serie, y lo buscaron. Y tuvieron la gentileza de enviarme también la página del catálogo de ese año en el que aparecía este modelo. No hablo holandés, pero creo que se trata del modelo TK3 en color «smaragd groen / zilverwit combi 007/076». Y como dice Gazelle en el catálogo, efectivamente, es una bici «para todos los días» (alledagfiets!).

Tan para todos los días que a sus respetables 31 años ahí sigue, en uso, con una silleta de niño o una cesta cuando hace falta, lista para ir a sitios sin hacer ruido ni pedirte mucho mantenimiento.

Esta unidad se vendió en el concesionario Frank Vogels de Moergestel, cerca de Tilburg (Brabante Septentrional, Países Bajos). Y por lo que he podido comprobar, siguen abiertos en la misma dirección que figura en la etiqueta. Si les conocéis y queréis pasarles estas fotos, decidles que funciona fenomenal y dadles las gracias.

Espero que os haya gustado. Si puedo, iré colgando más bicis así, «de las de antes», que da gloria ver. ¡Feliz verano!


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Una bici plegable de transporte: Dahon Vitesse D3

¿A quién no le gusta ver fotos de bicis? A nosotros, desde luego, nos pierde.

Esta bici es una Dahon Vitesse D3 plegable, con cambio interno SRAM T3 – también conocido como Sachs Torpedo. Debe de ser anterior a 2013, porque por entonces, Dahon dejó de montar bujes SRAM para pasarse a Sturmey Archer.

El cuadro es de aluminio 7005 (barato, pero flexible), con una bisagra de diseño exclusivo que solo usan Dahon y sus marcas con licencia (Tern, Nishiki, algunas Conor).

Como buena bici de transporte, cuenta con guardabarros en plástico negro de SKS y un transportín en aluminio.

Le falta para ser una bici perfecta un sistema de dinamo – la iluminación integrada va con pilas.