El ciclismo vehicular ha muerto, pero es pronto para enterrarlo

El llamado «ciclismo vehicular» aboga porque la bicicleta circule como un vehículo más entre el tráfico a motor, sin necesidad de vías segregadas. En los últimos años, han surgido grupos en España que abrazan esta tendencia y se oponen, a veces virulentamente, a la construcción de vías segregadas o carriles bici.

En este blog consideramos que el carril bici es una herramienta más para lograr el encaje de la bicicleta entre los medios de transporte cotidianos de la población. El ciclismo vehicular es una estrategia útil cuando no se dispone de infraestructura, pero esto lo limita a la población que está o se siente capacitada y en forma para negociar el uso de la calzada con conductores de vehículos a motor, no siempre considerados con los usuarios de bicicleta.

Os ofrecemos la traducción de un artículo de Tom Babin en Shifter con su punto de vista.

El ciclismo vehicular ha muerto, pero es pronto para enterrarlo

Por Tom Babin; traducido de artículo original en Shifter

La mayor disputa en el ciclismo urbano de los últimos 20 años está prácticamente resuelto. ¿Por qué seguimos discutiendo sobre eso?

Tras la entrada en Shifter sobre cómo Montreal logró convertirse en una de las ciudades más respetuosas con la bicicleta del continente americano, esa vieja discusión volvió a la vida. Muchos comentarios se centraban en las deficiencias y beneficios percibidos del ciclismo vehicular, que es una guía filosófica y práctica para desplazarse por la ciudad en bicicleta, descrita por su principal promotor, John Forester, de la siguiente manera:

«Los ciclistas salen mejor parados», escribió en su libro de 1976 Effective Cycling, «cuando actúan y son tratados como conductores de vehículos».

Durante mucho tiempo, esta fue la idea dominante entre los activistas norteamericanos de las bicicletas, pero en los últimos 20 años se desarrolló la teoría contraria. En lugar de aceptar las bicicletas como vehículos en la carretera, la nueva idea deja a los ciclistas alojados en una infraestructura dedicada que los mantiene separados de los coches.

En este contexto se integran las guerras culturales de bicicletas, con facciones en cada bando luchando como Buckley contra Vidal (o, tal vez con más precisión, Hitchens contra Hitchens) entre el desconcierto de los ajenos al asunto, que nunca parecieron entender por qué la gente que amaba las bicicletas se odiaba tanto.

Hoy, el debate ha terminado. Hay un ganador, lo que significa que también hay un perdedor. El ciclismo vehicular está muerto. Como teoría global diseñada para guiar la forma en que nuestro sistema de transporte se desarrolla, el ciclismo vehicular es un fósil. Se están construyendo carriles para bicicletas en toda Norteamérica, y los políticos civilizados se dan de tortas para aparecer como constructores de carriles para bicicletas.

Entonces, ¿por qué el ciclismo vehicular todavía tiene sus defensores? Creo que es porque en nuestras incipientes ciudades de bicicletas, el ciclismo vehicular como herramienta personal para desplazarse sigue estando muy vivo.

Hay que hacer una distinción aquí. El ciclismo vehicular es más que un estilo de conducción. Era una teoría del transporte que nunca se adoptó completamente en ninguna parte. Tratar a los ciclistas como vehículos en la carretera requería algo más que ciclistas para tomar el carril. Exigía igualdad de trato entre los automovilistas y la ley. Exigió el respeto mutuo, el desarrollo de mejores habilidades tanto entre los ciclistas como entre los automovilistas, y el fin de lo que Forester todavía se refiere como el complejo motorista-superioridad/ciclismo-inferioridad. Y eso nunca ocurrió.

Lo que ocurrió en su lugar fue que algunos amantes de la bicicleta de corazón adoptaron los principios del ciclismo vehicular para moverse en sus ciudades. Empezaron a rodar por el centro de los carriles en lugar de encogerse en el carril de las alcantarillas. Afirmaron sus derechos a la carretera e hicieron giros cruzados por la izquierda que hacen temblar de miedo a los ciclistas menos confiados. Todo eso cabreó a los conductores, que pensaban que eran dueños de la carretera.

¿Y adivina qué? Esto funciona. Esta es la parte del ciclismo vehicular que permanece viva. Si usted tiene las habilidades y la confianza para circular de esta manera, es probablemente la mejor forma de mantenerse seguro en la gran mayoría de las calles norteamericanas. Y a pesar de que se están construyendo carriles bici en todo Norteamérica, pasará mucho tiempo antes de que pueda llegar a todos sus destinos exclusivamente en rutas seguras y separadas para bicicletas.

No me malinterpretes. Creo en la infraestructura para bicicletas, y creo que necesitamos que se construya rápida y extensamente en todas las ciudades norteamericanas. Creo que el ciclismo vehicular ha fracasado porque no funciona para la gran mayoría de las personas interesadas en moverse en bici. Me sentía casi mareado cuando, durante un viaje reciente a Montreal, la existencia de infraestructura decente para bicicletas me ahorró casi todos esos giros a izquierda espeluznantes entre filas y filas de coches.

Sin embargo, mi ciudad sigue estando lejos de ese estado. Así que mientras espero con impaciencia el día en que ya no tenga que depender de los principios del ciclismo vehicular que he recogido a lo largo de los años, sé que, de vez en cuando, seguiré tomando el carril.


Tom Babin es periodista, escritor y se mueve en bici por Calgary,  Canadá. Tras mantener durante años un blog de ciclismo en el Calgary Herald, ha creado el blog Shifter para divulgar cómo la bicicleta puede mejorar las vidas de nuestras ciudades.

Tom es también autor de un libro, Frostbite, sobre el uso de bicicleta en invierno.

Puedes contactar con Tom en su Twitter o en Linkedin.