Esta tribuna se publicó el 25 de noviembre de 2014 en el diario La Rioja.
Bicicletas por las aceras: ¿qué puede hacer el Ayuntamiento?
A pesar de que en Logroño no se hace casi promoción, cada vez vemos más gente en bicicleta por nuestra ciudad. Es lógico: la bici es el medio de transporte más rápido en trayectos menores de 5 km. La gente lo va descubriendo a su ritmo.
Pero a esta incipiente comunidad de ciclistas nadie les ha explicado por dónde deben circular, muchos tienen miedo a circular por la calzada, y los carriles bici no responden a sus demandas de transporte. Y se van a las aceras.
El Ayuntamiento ha creado talleres de circulación en bicicleta, ha puesto a la Policía Local a patrullar en este medio y ha financiado una campaña para inculcar a los conductores el respeto a la distancia de seguridad. Existe un colectivo, Logroño en Bici, que ha desarrollado acciones formativas con la Universidad Popular. Parece que no ha sido suficiente: a diario vemos circular bicicletas por aceras, sin luces, cruzando pasos de peatones y poniéndose en peligro por desconocimiento, más que por mala fe.
Detectamos dos problemas principales: circulación por las aceras y falta de visibilidad por ausencia de luces y reflectantes.
La acera no debería ser refugio para bicicletas. Y decimos refugio porque si los ciclistas van por la acera no es por capricho: es por miedo. Miedo a circular por la calzada, porque existe la percepción de que es peligroso, y ausencia de carriles bici por donde ir con mayor tranquilidad, aunque solo sea percibida.
Parte del problema proviene de la antigua ordenanza municipal, que permitía circular por aceras siempre que fueran mayores de cierto ancho. La ordenanza cívica de 2011 lo prohibió, y se mantuvo la prohibición en la de fomento de la convivencia de 2013, pero el Ayuntamiento no lo ha divulgado (¿lo sabían ustedes?).
Otra parte viene del trazado de los carriles bici. Algunos tramos llaman clamorosamente al enfrentamiento entre peatones y bicis: en Muro de Cervantes o Víctor Pradera, invaden la acera y se deja a los peatones a merced del criterio de los ciclistas, limitando la velocidad a 5 Km/h. Pero a 5 km/h no merece la pena circular en bici, porque es la velocidad de un peatón que camine rápido: o los ciclistas desmontan, o se cambia el trazado para restar espacio a la calzada, en lugar de quitárselo a los peatones. Necesitaremos también revisar las intersecciones: a velocidad de ciclista, un carril bici paralelo a un paso de peatones es peligroso e incómodo.
Los ciclistas de acera deben ser conscientes de que causan molestias innecesarias a peatones, y solo por eso ya deberían evitarlo. Pero además se ponen a sí mismos en situación de incomodidad y de peligro. Circular por la acera en bici o es lento, en presencia de peatones a los que esquivar, o es peligroso si van a las velocidades a las que puede ir una bici sin sudar, entre 15 y 20 km/h, porque es imposible esquivar a un peatón que salga de un portal, por ejemplo. En ausencia de carril bici, en la calzada se puede ir más rápido y aprovechar el potencial de ahorro de tiempo que dan las bicis. Y, sorpresa, es más seguro que hacerlo por la acera.
Ir por la acera en bici parece seguro hasta que llegamos a los cruces. Cruzar un paso de peatones montado en bici es ilegal y peligroso: en Vitoria, donde se molestan en tabular estas cosas, la mitad de los accidentes con bicicletas se producen en pasos de peatones, salidas de garaje o porque no se respetan las prioridades, probablemente por falta de visibilidad. Los conductores no esperan bicicletas cruzando por pasos de peatones y no pueden reaccionar a tiempo ante una bici a 15 Km/h. Y los ciclistas, aunque se lo recuerden, muchas veces no reducen la velocidad ni desmontan al cruzar. Es muy recomendable bajar de la bici para cruzar un paso de peatones. ¿Lo saben los ciclistas? ¿Lo sabe el Ayuntamiento?
Ciclistas de acera, ¡prueben la calzada! Se sorprenderán: los conductores son en general amables y el tráfico es lento. Y si no se atreven, hay talleres para vencer el miedo. Ahorrarán tiempo e irán más seguros.
Sobre visibilidad, vemos todos los días multitud de ciclistas que circulan sin llevar luces. Sin luces ni reflectantes, una bicicleta es invisible por un conductor y se expone a un atropello. Hemos visto a gente circular con casco y sin luces: ¿no es más sensato evitar un accidente con luces que paliarlo con un casco? Son obligatorias, pero es cuestión de ser visibles en bici: son imprescindibles.
La buena noticia es que muchos de estos problemas y posibles accidentes se pueden evitar cambiando el comportamiento de los ciclistas: son baratos de arreglar.
El Ayuntamiento puede resolver la cuestión divulgando estas cuestiones entre todos esos ciclistas que circulan mal ahora mismo, sin saberlo, por nuestras calles. La Policía Local puede apercibir a los ciclistas de acera e invitarles a usar la calzada; puede hacer una campaña para regalar juegos de luces –bien baratos- a quienes no las lleven. Puede hacerse campaña informativa, y después, si es necesario, sancionar. Pero hagamos algo ya, o el asunto irá a peor.